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Morichal

En los llanos orientales, donde el sol y la sabana conviven con humedales y palmas moriche, las abejas producen una miel intensa y profunda. Las estaciones marcan fuertes contrastes entre sequía y lluvia, concentrando los azúcares y matices en esta miel poderosa.

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El sol pinta el cielo con los colores del fuego: rojos ardientes, naranjas vibrantes, amarillos dorados y sutiles tonos de violeta y azul. Este lienzo cambia sin cesar, transformándose mientras el sol asciende o se hunde en el horizonte. Pero al mediodía, cuando alcanza su cenit, los colores se detienen, el celeste queda inmóvil bajo la luz implacable, mientras el viento acaricia el paso de las nubes blancas.

 

Entre los espejos de agua que reflejan el cielo, se alzan imponentes las palmas de moriche, guardianas ancestrales de estos humedales que atrapan los secretos del viento llanero. Sus siluetas se recortan contra el vasto paisaje, testigos del ritmo constante de la llanura.

Los pájaros llenan el aire con sus cantos, una sinfonía que se pierde en la inmensidad del territorio, donde la tierra y el cielo parecen fundirse en un mismo abrazo.

 

Las abejas, incansables, tejen su vuelo entre el aire cálido y húmedo. Revolotean de flor en flor, entre los cultivos que bordean el piedemonte y los bosques ribereños, recolectando el néctar que guardará la esencia de este paraíso terrenal. Cada zumbido es un verso más en el poema de la vida que late en el morichal.

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Características Organolépticas

  • Color: Ámbar oscuro a rojizo.

  • Aroma: Intenso, con notas resinosas y frutales maduras.

  • Sabor: Robusto, dulce, con tonos ácidos.

  • Textura: Ligera y fluida. 

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